Sé tu mismo

Había un picapedrero japonés llamado Hashmu que era pobre y refunfuñaba por sus tareas agotadoras.
Un día, mientras estaba desmenuzando una piedra, llegó el emperador montado en un hermoso caballo. “¡Qué maravilloso sería si yo pudiera ser el emperador!”, pensó Hashmu.
Y estando aún las palabras en su mente, una voz le dijo:
“¡Sea Hashmu el emperador!” Inmediatamente se convirtió en emperador.
Al seguir cabalgando, empezó a sentir el calor del sol y vio cómo su piel se quemaba sin que él pudiera hacer nada. Y pensó “!qué poderoso es el sol que tiene poder sobre la piel del hombre y baña con sus poderosos rayos todos los rincones del mundo!¡Cómo me gustaría ser Sol!.
Y estando aún las palabras en su mente, una voz le dijo:
“¡Sea Hashmu el Sol!” Inmediatamente se convirtió en sol.
Pero las nubes hicieron acto de presencia y le impidieron brillar sobre la tierra, y Hashmu pensó “!qué poderosas son las nubes capaces de ocultar al fuerte sol!¡Cómo me gustaría ser nube! Y estando aún las palabras en su mente, una voz le dijo:
“¡Sea Hashmu una nube!” Inmediatamente se convirtió en nube.
Hashmu estaba orgulloso como nube ya que tapaba al sol y con su lluvia regaba todos los campos mientras veía cómo crecía su poder al arrastrar el agua absolutamente todo excepto una gran roca del río. Hashmu pensó entonces “!qué poder tiene la roca que ni tan siquiera la fuerza del agua puede arrastrarla!¡Cómo me gustaría ser roca!
Y estando aún las palabras en su mente, una voz le dijo:
“¡Sea Hashmu una roca!” Inmediatamente se convirtió en roca.
Muy orgulloso estaba Hashmu con todo su poder como roca, las águilas tenían que sortearlo, el sol no quemaba su piel, incluso ni el agua de las nubes podía tapar ni cubrir su presencia…hasta que llegó un hombre y comenzó a cincelar su poderosa piedra.
Entonces Hashmu vio lo poderoso que había sido como picapedrero y deseó ser hombre de nuevo.
Y una voz dijo: “¡Hashmu, sé tú mismo!”
De modo que Hashmu volvió a tomar sus instrumentos de trabajo y reanudó contento sus tareas.